El amor a si mismo

La amistad consigo mismo, es como la perla de gran valor, adquiriendo esta riqueza, se adquiere todo lo demás.

Lejos de hacernos egoístas, nos hace más generosos. Si estás en paz con tu alma, estarás en paz con el cielo y con la tierra, nadie puede ayudar a otro sin ayudarse a sí mismo.

Nos enfermamos cuando no nos amamos. ¿Quién puede dar lo que no tiene?

El amor es libre o no es. No se puede forzar ni prescribir, nace en la libertad o no existe.

Lo que se hace libremente jamás puede llamarse sacrificio. La libertad con que se obra, es lo que lo distingue, entonces no es sacrificio, sino un don.

El egoísmo es la falta de amor a sí mismo, tal como la sobreprotección revela la falta de amor al otro.

Para ser genuinamente humilde, hay que amarse a sí mismo. El reconocerse, no es humillación que revela no amarse.

El soberbio, pedante, prepotente, intenta compensar el déficit de amor a sí mismo. Un corazón tierno, ennoblece nuestras esperanzas, pues nos convertimos en lo que creemos y esperamos.

«Necesito de mi plenitud para la tuya». Nos damos a nosotros lo que damos a los otros, porque todos somos UNO.

« La vida es como una moneda, puedes gastarla como desees, pero sólo puedes gastarla una vez».

Autor desconocido

 

El amor es poesía

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Yo busco un amor para mi amor
con dulzura y rebeldía,
con penumbra de la noche
y ardores del mediodía.

Con estrellas salpicadas,
con la humedad de mi llanto,
con caricias, con palabras,
con plegarias y con canto.

Yo busco un amor con alas y con vuelo,
con sueños, con antojos
con un color azul como mi cielo
¡y una imagen de luz como mis ojos!

Con los brotes encendidos,
con fuerza de marejada,
como un lucero escondido
en medio de la alborada.

Mas… no me traigas corriente:
yo quiero el manantial,
y no me traigas capullo:
¡yo quiero todo el rosal!

Pues nunca tendré reposo
y nada tendrá valor,
si mi corazón no encuentra
un amor para su amor.

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Que dificil…

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Qué difícil es mirar a los ojos a alguien y decirle «Te amo»…
todos los días…

Qué difícil encontrar que la vida tal y como es, es maravillosa…
y no renegar de aquello que no tenemos…

Qué difícil volver atrás y recordar todo lo bello que ha pasado…
pero sólo tomarlo como un recuerdo de lo bello que está por ocurrirnos…

Qué difícil es decirle adiós a alguien que ya no está contigo…
pero si no lo haces su recuerdo lo mantendrá más alejado de tí…

Qué difícil aceptar que a veces nos equivocamos…
es la señal inequívoca de que aún somos humanos…

Qué difícil amar sin condiciones y no esperar que te amen de la misma manera… ya que sólo el verdadero amor se da sin esperar nada a cambio…

Qué difícil recordar todo aquello que no hicimos por «falta de tiempo»… habrá que entender que la vida es hoy.  El tiempo… el tiempo puede esperar…

Qué difícil mirar a tu alrededor y ver sólo unos cuantos cercanos a tí…
y ver qué hermoso es que tengas gente que te aprecia y te quiere…

Es triste mirar dentro del espejo del alma y descubrir que esta vacío…
pero que una sola sonrisa o palabra puede llenar ese vacío de amor…

Qué difícil imaginar esa «Vida perfecta» que a todos nos gustaría tener… cuando la realidad es que vivimos una perfecta vida desde el momento mismo en que el día de hoy te levantaste…¡VIVO!

No se trata de que las cosas sean difíciles… somos nosotros mismos los que lo hacemos más duro.

Desconozco su autor

El valor de la autoestima

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Si crees que no te valoran como mereces, sácales de su error. Así te ganarás el reconocimiento de los demás aunque no siempre se tome en consideración lo que haces.

Cuando no consigas que otros comprendan tu punto de vista, intenta comprender el suyo. Cabe la posibilidad de que tú estés diciendo una cosa y ellos entiendan otra. El entendimiento puede venir por ambas partes.

No intentes motivarte criticándote a ti mismo, sólo conseguirás sentirte peor. Recuerda, en cambio, tu capacidad y tus habilidades.

Cuando tengas demasiado trabajo, no malgastes tu energía agobiándote por la cantidad de cosas que tienes pendientes. Establece prioridades y confía en tu capacidad.

Cuando estés impaciente esperando algún acontecimiento, considera un regalo el tiempo de espera. Aprovéchalo para saborear lo que tiene que venir y disfruta del momento presente.

Cuando te des cuenta de que tu comportamiento no es razonable, perdónate a ti mismo. Date un paseo o cambia de ambiente. Intenta solucionar lo que te pasa y trata luego de empezar de nuevo.

Cuando el mundo te parezca frío, hostil y poco acogedor, refúgiate en un lugar apacible dentro de ti mismo.

Cuando otros te critiquen, escucha atentamente. Examina si te están proporcionando una información útil  o hablan movidos por sus propios temores y necesidades. Actúa en consecuencia.

Cuando experimentes una pérdida no reprimas tus sentimientos; laméntate, enfádate y llora si quieres. Y no permitas que nadie te diga que no tiene importancia o que  deberías haberlo superado ya

Cherry Hartman

Niveles de afecto

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El primero es el más corriente y elemental, se le denomina «Amor si…»:
Te amo si eres bueno, si te portas bien conmigo, si cumples mis exigencias, si haces lo que me agrada, etc.

El segundo nivel,  al que comúnmente se llega, es el llamado «Amor porque…»:
Te amo porque tienes buenos sentimientos, porque te esfuerzas, porque has obtenido notas aceptables, porque eres honrado, etc.

Pero ninguna de esas dos formas de amar es verdadera. Ambas están basadas en condiciones, y las condiciones emanan un mensaje muy claro que es:  «Debes ganarte mi cariño con actitudes que me satisfagan, no olvides nunca que te querré más  mientras más te parezcas a mi…» Eso no es amor, sino un intercambio egoísta  en el que siempre queremos salir ganando.

El único y verdadero amor es el del tercer nivel, que debe practicarse entre los miembros de una familia, es decir:  «Te amo a pesar de tus errores y tus carencias».  No es que los desatinos sean bienvenidos. No aceptamos el mal, más aún amamos a quien lo cometió.

Autor: Carlos C. Sánchez