Aquello que no vemos

A veces comenzamos a tenerle miedo a la vida, sin antes habernos trazado metas.

A veces criticamos la vida de los demás, sin haber criticado la nuestra.

A veces envidiamos los logros de los demás, en vez de aprender de ellos.

A veces le pedimos ayuda de alguien, a pesar que no sabemos agradecer.

A veces creemos ser el mejor amigo, sin saber realmente lo que es la amistad.

A veces creemos ayudar a los demás, a pesar que somos egoístas con nosotros mismos.

A veces nos conformamos con lo que tenemos, pudiendo ser mejores aún.

A veces queremos tener más poder, sin conocer el poder del amor.

A veces creemos saber todo, sin haber leído algún libro.

A veces creemos haber triunfado, sin saber lo que es haber perdido.

A veces nos decepcionamos de las personas, sin antes haberlos conocido bien.

Cada uno de nosotros es un novato de todo lo que comenzamos a descubrir.

Así como el mundo se nos presenta como una caja de sorpresas, lo mismo sucede con las personas…
Nosotros creemos conocer a una persona (por lo que hace, lo que parece, lo que quiere), pero en realidad lo que debe interesarnos para conocer a esa persona es: Aquello que no vemos

Descubrir: Sus metas en la vida, sus miedos, sus sueños.
Descubrir: El quien fue, él quien es, el quien será.
Descubrir: Lo que buscan, lo que aprende, lo que critican.
Descubrir: Lo que sienten de sí mismos, de los demás y de la vida.

Aquello que no vemos, pero que es parte de la esencia de cada uno.

Comencemos por descubrir nuestra esencia.

Autor desconocido

Un día a la vez

Hay dos días en cada semana en los que no nos debemos preocupar, dos días que se deben guardar libres de miedo y ansiedad.

Uno de esos días es ayer. Ayer, con sus equivocaciones y pesares, sus faltas y confusiones, sus dolores y tristezas.

Ayer ha pasado para siempre, fuera de nuestro control; y todo el dinero del mundo no podría cambiar ni una cosa que hayamos hecho, ni podemos borrar una palabra. Ayer ya pasó.

El otro día sobre el que no debemos de preocuparnos es mañana. Mañana, con sus posibles adversarios, sus problemas, sus promesas grandes y sus pequeños logros.

Mañana volverá a salir el sol, ya sea en esplendor o detrás de una máscara de nubes, pero subirá. Hasta que llegue no tenemos parte en
mañana, pues aún no ha nacido.

Y solo queda un día: Hoy.

Cualquier hombre puede pelear la batalla de un solo día. Cuando nos cargamos con esas horripilantes eternidades:

Ayer y Mañana, entonces nos derrumbamos. No es la experiencia de hoy que vuelve locos a los hombres, sino la amarga culpa, algo que sucedió ayer, y el miedo de lo que traerá el mañana.

Autor desconocido